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  • Foto del escritorMaite Gutiérrez Hernández

CONCURSO PROYECTO VIOLENCIA DE GÉNERO

Hace unas semanas, el profesor de artes visuales, Don Pedro Pozo, nos informó en la clase sobre un concurso de la ONG feminista AIETI, al que nos podíamos presentar voluntariamente. Me gustó mucho la idea, así que decidí investigar para informarme un poco más de las bases y propósitos del proyecto.



El objetivo del concurso era promover acciones para disminuir la violencia de género, el abuso sexual y el riesgo a la protección integral de defensoras de derechos humanos en 16 municipios del Departamento de Usulután (El Salvador), financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) y con el acompañamiento de La Colectiva Feminista y Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos (AIETI). Además, el proyecto también pretendía contribuir a la aplicación efectiva de la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) y a la legislación relativa a los derechos sexuales y reproductivos.

El concurso consistía en realizar piezas artísticas en los ámbitos de la fotografía, relato corto y poesía en las que las mujeres fueran las protagonistas de la lucha que viven día a día, siendo víctimas de violencia de género, abuso sexual, entre otras circunstancias, denunciando y dándole voz a aquellas mujeres que no tienen la oportunidad de reclamar sus derechos.

El tema, la mujer, siendo una de las líneas estratégicas de trabajo de la ONG, actuar y movilizarse en defensa de los derechos de las mujeres, en especial por el derecho a una vida libre de violencias machistas.


Después de haber leído todo esto, decidí presentarme en la categoría de relato corto, al ser la escritura una de mis aficiones favoritas. Esta categoría consistía en presentar un único relato, que debía ser entregado en formato A4 con una extensión de 700 palabras aproximadamente, en Arial 12. Yo me pasé un poco de palabras, ya que quería abarcar  un contenido muy amplio y extenso, y con muchos temas que tratar.

Después, había que presentar otra especie de relato, esta vez más corto, donde explicáramos nuestros intereses, motivaciones y el significado de nuestro escrito.


Ha sido una experiencia increíble. He tenido que informarme de temas que desconocía sobre la violencia machista, la desigualdad de género, abusos... he leído experiencias personales de mujeres que han sufrido a causa del machismo, de psicólogos y médicos que intentaban ayudarlas, y he tenido que reflejar todo eso en una relato que, a pesar de no ser autobiográfico, ni de basarse en mi día a día, me ha hecho sentir parte de la historia.



A continuación comparto ambos relatos, el de motivación y significado, y el relato en sí:


“Un final distinto”

Hola hija, si estás leyendo esto seguramente habrán pasado unos cuantos años desde que ya no estoy a tu lado. No quiero ponerte triste, ni tampoco pretendo darte explicaciones, bastante has sufrido ya, pero sí es preciso que te cuente algo, una historia que, si me la hubieran dicho a mí en su día, quizá hoy podría ser yo la que te la contara a ti en persona. Quisiera contarte mi historia, no porque sea especial, ni extraordinaria, sino por todo lo contrario, porque es como muchas de las historias que acaban como la mía.

Para empezar, quiero que sepas que yo no quería que todo acabara así, ojalá hubiera podido ganar la pelea, ojalá nada de esto me hubiera separado de ti, pero no tenía armas, Martina, no tenía las herramientas para defenderme; por eso te escribo esto, no para justificarme, como sé que estarás pensando ahora mismo, sino para que tú sí puedas ganar la tuya, la que muchas tenemos que luchar para que no acabe con nosotras.

Había cumplido 16 años hacía unas semanas (apenas unos meses más de los que tú tendrás ahora) la primera vez que me "mataron". Volvía sola a mi casa, y llegaba un par de horas más tarde de lo normal. Estaba pensando en la bronca que me echarían mis padres, cuando un hombre que llevaba un par de minutos mirándome se me acercó corriendo. El corazón me latía muy rápido y mis manos no paraban de sudar, nunca había sentido ese miedo antes, pero sabía perfectamente lo que iba a pasar.

No quiero entrar en detalles, ni siquiera ahora, después de más de veinte años, puedo hablar de ello sin que se me nuble la mirada y una tormenta de lágrimas inunde el manantial de mis ojos. Solo decirte que nunca más se habló del tema en mi casa, que no volví a ponerme una falda en la vida, y que tendrían que pasar más de cinco años para que pudiera volver a salir sola a la calle. Y ese fue mi primer error, Martina, error que espero nunca cometas si alguna vez te ves en la misma situación. No te calles cariño, nunca te calles, el silencio no cura las heridas, al revés, hace que nunca sanen, sé que ya no te puedes apoyar en mí, pero si alguna vez te pasa, por favor díselo a la tita, o a la prima o algún amigo, pídeles que te ayuden, que te den el apoyo suficiente para que puedas denunciar, porque no es fácil, lo sé mejor que nadie, pero más difícil es pensar que te lo puedes volver a encontrar cualquier día de estos, y que lo mismo que te ha hecho a ti, puede hacérselo también a tu hija, o a tu amiga, y como él cientos de personas que no les importa los años que tengas, las veces que grites, o si quieres o no, por eso es importante que no dudes en decírselo al mundo, porque es lo único que se puede hacer ante tanta injusticia y frialdad. Ni todas las faldas más largas del mundo, ni todas las camisetas más anchas del armario, van a hacer que no pase, porque si hay algo que tiene que cambiar en este mundo, te aseguro que no eres tú, hija mía.


Pasaron unos cuantos días, y meses, y cuando me di cuenta tenía ya 23 años, era joven, inteligente, e incluso algunos decían que bonita, pero yo no podía creérmelo, estaba rota, por dentro y por fuera, las heridas se habían cerrado, pero todavía no se habían curado. No me quedaban amigos, los había perdido todos poco a poco, cada plan que cancelaba, cada cumpleaños al que no iba, cada vez que decía que no, sentía que me quedaba más sola, y ahí va otro consejo, no te aísles, mi niña, el camino ya es muy difícil como para andarlo sola, yo creía que no merecía estar con nadie, y que si estaban conmigo era por compasión. No quería dar explicaciones, ni hablar de mí, de lo que sentía..., ojalá tú sí lo hagas cuando lo necesites, ojalá puedas darle la mano a alguien cuando estés triste sin sentirte culpable por ello, y que busques la ayuda de profesionales, de médicos, de cualquiera que pueda apoyarte.

Después llegó el invierno, me había mudado hacía unos meses, pero seguía igual que empecé, sin nadie que me ayudara, que me quisiera. Y así es como empecé con tu padre, no porque fuera la mujer más feliz del mundo a su lado, ni porque me hiciera reír, sino porque era aquello que a mí me faltaba, porque a pesar de hacerme sentir vacía, triste y sola, más incluso que cuando no tenía a nadie, era mi salvavidas, aquel que llevaba necesitando desde hacía muchos años, y ese es otro error, Martina, nunca estés con alguien por necesidad, el amor es una emoción, no una obligación, no confundas los dos términos como lo hice yo, y apóyate en un flotador que te impulse hacia arriba de verdad, no que te hunda más, como me pasó a mí.

El resto de la historia ya la conoces, cariño, siento que los moratones, el miedo y las lágrimas formaran parte de tu infancia, no pude protegerme, ni quererme, e intentar matar el tiempo haciendo otras cosas no me sirvió de nada. Me quedé muda, sin aire para gritar ayuda, sin fuerzas para marcar siquiera un teléfono, a lo mejor si las hubiera tenido podría haberlo dejado a tiempo, podría haberme salvado, pero entonces ésta sería otra historia, y el final no sería el mismo.


Hija mía, yo sé que tú eres muy fuerte, mucho más de lo que piensas, lo eres desde que eras pequeña, y por eso te cuento esto, para que hagas lo que yo no pude hacer, y digas lo que yo no me atreví a decir, para que ayudes a todas las que se sienten como me he sentido yo, porque ahora que sé que todo va a terminar, eso es lo único que me queda, la esperanza de ayudarte a ti y muchas más, para que podáis escribir un final muy distinto a este en vuestras vidas.


Maite Gutiérrez Hernández



RELATO EXPLICATIVO:

Mi nombre es Maite Gutiérrez Hernández. Como ya he escrito en el formulario tengo 16 años, y soy estudiante en el colegio Internacional San Francisco de Paula, donde me dieron a conocer la existencia de este concurso, y de las bases para participar en él. La verdad es que me interesó mucho nada más leerlo, y aunque nos recomendaban la categoría de fotografía (era la clase de artes visuales), yo he preferido hacerlo en categoría de relato corto, quizás porque este me parece un tema que necesita más de 300 palabras para ser explicado, o porque si es verdad que una imagen vale más que mil palaras, en mi caso, un relato vale más que mil imágenes.

Nos han pedido en el formulario que escribiéramos un párrafo explicativo donde se indicara el significado de la obra, pues bien, este no es otro, y creo que para todos los concursantes será más o menos el mismo, que intentar llegar al número máximo de personas el mensaje, no solo contra los abusos sexuales, ni la desigualdad social, sino de cualquier aspecto relacionado con los derechos de las mujeres, a la no violencia, a no ser abusadas, a que sean protegidas…

Me encantaría que no existieran estos concursos, que no hicieran falta, que los relatos y las fotografías fueran cosa de niños, pero desgraciadamente todavía estamos bastante lejos de conseguir eso, y esta me parece la mejor manera de poder aportar mi granito de arena a la montaña tan grande, que entre todas y todos, tenemos que conseguir derribar.

Concretamente, mi relato es una carta de una madre, que ha sufrido la violencia de género, abusos, desprotección, y cuyos derechos han quedado reducidos a cero, que le cuenta a su hija Martina toda su historia, no para explicarle porqué ya no está a su lado, sino para darle las armas necesarias para luchar día a día ante tanta injusticia, para que no se quede de brazos cruzados ante tanto sufrimiento, y ayude a aquellas mujeres que como ella, han padecido todo tipo de violencia, física o mental.

Espero que el mensaje les llegue a todos, a las mujeres que lo han padecido, a los familiares que lo han vivido en primera línea, a los amigos y conocidos, y en la medida de lo posible, y siendo consciente de la dificultad que conlleva, a todos los que en algún momento han adoptado un comportamiento machista, agresivo o malintencionado hacia las mujeres. De verdad que deseo que en las dos partes cale el mensaje, que mueva conciencias, que les invite a reflexionar, porque verdaderamente todavía nos queda mucho que pensar, y que hacer para llegar a ese mundo en el que la violencia hacia las mujeres no sea más que un recuerdo del pasado.

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